Por: Silvia
Cuando nos planteamos por la calidad de la educación, pensamos en la calidad de los procesos que intervienen, es decir la enseñanza y el aprendizaje.
En la educación de adultos, pensar en calidad remite a pensar en un alumno que sea capaz de obtener competencias para las cuales está siendo formado y que estas se logren con la comprensión y la motivación adecuada por parte de su destinatario.
Para que el aprendizaje en el adulto sea efectivo, debe ser autodirigido e intencional. Lograr estos procesos implica un cambio en las formas de enseñar de los profesores y también en las estrategias de aprendizaje que ponen en juego para el propio aprendizaje el alumno.
Algunas de las propuestas provenientes de corrientes cognitivas proponen la presencia del experto que a través de sus conductas y explicaciones posibilita que el novato pueda observarlas y aplicarlas a su propio proceso de aprendizaje.
Por estrategias de aprendizaje debe entenderse, apoyándonos en Klauer (1988) y Friedrich & Mandl (1992), secuencias de acción dirigidas a la obtención de metas de aprendizaje. Representan complejas operaciones cognitivas que son antepuestas a los procedimientos específicos de la tarea. En general, las estrategias de aprendizaje son representadas mentalmente como planes de acción. Es discutido si se habla de utilización de estrategias sólo para conductas conscientes de decisión, o también para secuencias de acción que se aplican rutinariamente. (Pablo Narvaja.1998)
Dentro del concepto de estrategias de aprendizaje se incluyen las estrategias metacognitivas, concepto introducido por Favell (1970, citado por Narvaja, P. 1998), por éstas se entienden aquellas que están bajo el control y dominio del propio sujeto, abarcan tanto el control de los procesos necesarios para realizar una determinada tarea ( por ejemplo saber cuándo utilizar un resumen , cuando es conveniente un repaso) pero también supone el control de los propios procesos mentales, es decir reconocer las propias capacidades y limitaciones así como las formas para superarlas.
Pongamos un ejemplo: ante la exigencia de la lectura de un libro de texto completo para luego realizar su crítica en un examen, un alumno que hace uso de sus estrategias metacognitivas, sabrá el tiempo estimado de lectura que tendrá, las dificultades con las que se encontrará y los mejores métodos para resolverlos que podrá utilizar. Entre ellos se podría: destinar más tiempo, realizar un esquema, dialogar con algún compañero sobre lo leído, etc.etc.
En otras palabras los procesos metacognitivos incluyen la autoconciencia. Al ponerla en práctica el alumno es capaz de emitir un juicio sobre sí mismo, realizar una autocrítica de lo que ocurrió en el proceso de adquisición de los aprendizajes.
Logrado esto, podemos hablar recién de un alumno que aprende con calidad, que encuentra sentido a lo que hace y tiene posibilidades de construir su propio aprendizaje.
Ahora bien, el aprendizaje significativo y constructivo, incluye los aspectos que mencionamos, pero también reclaman la participación de un docente con características diferentes a las tradicionales.
Este profesor necesita enseñar los conceptos básicos de su asignatura porque es el experto del cual se va a valer el alumno para realizar su propio proceso. No puede abandonar al alumno. Por lo que se convierte en un guía que brinda la ayuda en la medida justa que sus alumnos necesitan.
Para que ello se dé es necesario que medie el diálogo, la participación activa de ambas partes: el alumno preguntando, sugiriendo, opinando y el profesor ofreciendo explicaciones, guiando, proponiendo alternativas.
Una de las quejas frecuentes de algunos docentes es que en sus aulas, no hay alumnos que les interese autogestionar sus aprendizajes, que no reciben con interés la guía ofrecida por el profesor.
Esto nos lleva a preguntarnos ¿Por qué un alumno rechaza la ayuda, la guía de su profesor? ¿Porque no quiere autogestionar su aprendizaje y transformarlo en significativo?
Tal vez debamos pensar primero cómo se llegó a esta situación.
Algunas preguntas que nos pueden guiar son:
• A los profesores, ¿les interesa que sus alumnos lleven el control de sus propios aprendizajes?
• ¿Están dispuestos a brindar ayuda ajustada a la necesidad del alumno?
• ¿No será más fácil, desde el punto de vista operativo para un profesor, una explicación igual para todos, un mismo material para todos, un mismo tiempo para realizar las tareas para todos?
Si esto ocurre, no se está mediando entre el conocimiento y el alumno, sino que simplemente se está dando las instrucciones de dónde ir, y quien no alcance a entender tendrá que recorrer el manual de instrucciones tantas veces como necesite, y cuantas más veces lo recorra, menos inteligente será considerado.
Que en nuestras aulas no haya alumnos con ganas de aprender y de lograr calidad en sus aprendizajes está en relación directa con las ganas de enseñar y de brindarles ayuda por parte de los profesores.
Permitir opiniones, cambios, guiar alumno por alumno, escuchar, dar tiempo, volver a explicar de una manera diferente a la anterior; significa una gran inversión de tiempo, esfuerzo, paciencia.
Si no estamos como profesores dispuestos a hacerlo, no pretendamos que los alumnos estén dispuestos a superarse. Si no tenemos expectativas altas en sus capacidades para aprender, no veremos buenos logros.
Calidad es compromiso, con uno mismo y con el otro.
Pablo Narvaja (1998) Cuestiones relativas a las estrategias de aprendizaje y su relación con el aprendizaje efectivo. En Revista Científica de Educación de la Universidad del Salvador Año 1 Nº 1 [En línea] Disponible en: http://www.salvador.edu.ar/uc2-1212.htm
miércoles, 12 de agosto de 2009
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