lunes, 23 de marzo de 2009

¿Qué lugar debe ocupar la educación en nuestra personalidad?

Por: Lic. Silvia Stefanoff

Nadie podría negar los beneficios de recibir educación hoy en día. Leemos en las noticias, por lo menos las de países de América Latina; el constante reclamo por las carencias de una buena educación para el ciudadano. Parece que ninguna política educativa puede cubrir todas las necesidades de la población y ni que hablar de querer cubrir las expectativas.
Pero quisiera centrar mi reflexión en torno a otra cuestión: El impacto que la educación produce en la personalidad de la gente.
Y viene a mi mente la actitud de los sofistas (pensadores griegos de la segunda mitad del siglo V a.C.)que enseñaban cómo defender "su verdad" a través del buen manejo de la retórica, la dialéctica. Eran considerados los intelectuales de su época.Fueron apreciados por algunos, pero también criticados por muchos, debido a su actitud de querer imponer su propio argumento racional.
Hoy con los intelectuales de nuestra época, pasa algo similar. El acreditar títulos académicos concede el derecho de opinar y hasta de imponer y desacredita a quienes no pueden dar cuenta de determinados títulos.
Ahora bien; quisiera ajustar un poco más el zoom de este análisis y pensar cómo influye esta condición ( la de ser una persona con años de estudios) en la forma de comportarse ante los demás. Sócrates por ejemplo utilizaba la ironía socrática, para llegar a la verdad.La palabra ironía proviene del griego y quiere decir “interrogar disimulando” (de ieromai, interrogar, y eironéuomai, disimular). Sócrates no disertaba, sino que interrogaba; dejaba a otros hablar y en todo caso encontraba errores en el razonamiento del otro al final.Lo que le permitió ganarse en enojo de algunos de sus conciudadanos. Pero lo interesante de Sócrates era su actitud de humildad, plasmada en la célebre frase: "sólo se que no se nada" .A diferencia de los sofistas no tenía intenciones de ganar discusiones movidas por intereses económicos. Lo cual no significa que fuera malo, porque hoy en día caerían abajo varias profesiones que se sostienen de éste principio.
Lo que me pregunto es: ¿cómo debe comportarse un intelectual en nuestra época? y creo que no debe faltarle una gran cuota de humildad.La sencillez que acompaña a una persona en sus actos es importante porque revela lo que piensa y cómo ve a los demás.
Ser una persona que disfrute el compartir, lo que sabe, lo que logró alcanzar. Facilitarle el camino, donde a él le costó tanto es un buen gesto de humildad.
Obtener conocimientos intelectuales es importante, porque enriquece a la persona y si sabe compartir también alcanza el beneficio a los demás.Pero mucho más importante que el conocimiento racional de las cosas de la vida es el conocimiento de Dios. Este a diferencia del racional,proviene del contacto de la persona con su Creador; está basado en la intimidad de la relación diaria a través del estudio de la Biblia y de la oración o diálogo con Dios. Así tenemos a Pablo (o Saulo) que fue instruído por el mejor maestro de la ley de su época, pero que desecha todo ese conocimiento al compararlo con lo que obtuvo cuando tuvo un encuentro con Jesús en el camino a Damasco.Tanto conocimiento lo había llevado a actuar equivocadamente, persiguiendo y dando muerte a los cristianos, antes de ese encuentro que le cambió la vida.
Los conciudadanos de Jesús opinaban de algunos de sus discípulos de ésta manera: “Y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús” Hechos 4:13.
Es decir, la actitud; en éste caso provocada por la presencia de Jesús en la conducta de los discípulos marcaba la diferencia, eran personas sin instrucción pero que sabían más que los intelectuales, porque la verdad estaba en ellos.